La frontera entre México y Estados Unidos puede considerarse una metáfora de la condición humana en la época contemporánea. Si las identidades “se fraguan en las múltiples confluencias de la tradición y lo emergente” (Vizcara 2012, 7), la frontera norte se revela como un espejo del desplazamiento y los desajustes entre identidades y territorio prodigados por los procesos globalizadores (Arenas Monreal 2005, 97). Desde esta perspectiva, este espacio de hibridación se convierte en “an image of between-ness which does not construct a place or condition of its own other than the mobility, uncertainty, and multiplicity of the fact of constant border crossing itself” (Grossberg 1996, 91-92), un tercer país que Gloria Anzaldúa ve originado por la fusión de la sangre de dos mundos (1987, 3). Sin embargo, como apunta Socorro Tabuenca Córdoba, la popularización del concepto de frontera como metáfora de la aparición de nuevas subjetividades desplazadas e híbridas ha favorecido una neutralización de la frontera norte mexicana como espacio físico y como referente primario (Tabuenca Córdoba 1997, 86). Pero la frontera es, en primer lugar, un espacio geográfico concreto en el que se escenifica a diario el drama de las migraciones y la pobreza. Aun reconociendo la importancia de las aportaciones dentro ese marco, parece necesario subrayar que al hablar de la frontera entre México y los Estados Unidos, escenario de uno de los flujos migratorios más importantes en el mundo [1], “lo simbólico ha hecho que muchas veces se ignoren las experiencias vitales concretas de sus habitantes” (Saez 2008, sp). Uno de los méritos de la ficción de Luis Humberto Crosthwaite [2], es precisamente eso: su quehacer artístico sabe conciliar lo simbólico con lo real y “reterritorializar” el sujeto fronterizo (Tabuenca Córdoba 1997), es decir, “ retratar el lado humano y cotidiano de la vida en sus grandes ciudades y mostrar a sus habitantes como individuos con profundas raíces familiares y culturales en la región” (Saez 2008, sp). Como apunta el crítico Miguel G. Rodríguez Lozano (2002, 33), el escritor tijuanense ofrece “una visión del mundo con una propuesta estética que busca por diferentes caminos mantener una simbiosis equilibrada entre lo artístico y lo social.” Instrucciones para cruzar la frontera (2002) destaca precisamente por esa simbiosis: mediante el empleo de recursos tales como el humor, la paradoja, la parodia y la ironía (Berumen 2004, 113), esta colección de cuentos breves revela la existencia de la frontera como espacio geográfico de identificación cultural y, al mismo tiempo, como espacio subjetivo de conformación identitaria. La primera categoría a la que Crosthwaite se refiere en su libro es la de los “commuters”, es decir, trabajadores que viven en un lado de la frontera, pero trabajan en el otro. En el relato La fila, el autor analiza la vida de estos sujetos transfronterizos que transitan por el limbo administrativo de dos naciones y para los que “la frontera no tiene sentido, pues se trata de una línea artificial impuesta arbitrariamente” (Reyes Zaga 2019, sp).

Piense en esto: de preferencia no lo hagas. Entrevista con Luis Humberto Crosthwaite / Lippi, Chiara. - (2021).

Piense en esto: de preferencia no lo hagas. Entrevista con Luis Humberto Crosthwaite

Chiara Lippi
2021

Abstract

La frontera entre México y Estados Unidos puede considerarse una metáfora de la condición humana en la época contemporánea. Si las identidades “se fraguan en las múltiples confluencias de la tradición y lo emergente” (Vizcara 2012, 7), la frontera norte se revela como un espejo del desplazamiento y los desajustes entre identidades y territorio prodigados por los procesos globalizadores (Arenas Monreal 2005, 97). Desde esta perspectiva, este espacio de hibridación se convierte en “an image of between-ness which does not construct a place or condition of its own other than the mobility, uncertainty, and multiplicity of the fact of constant border crossing itself” (Grossberg 1996, 91-92), un tercer país que Gloria Anzaldúa ve originado por la fusión de la sangre de dos mundos (1987, 3). Sin embargo, como apunta Socorro Tabuenca Córdoba, la popularización del concepto de frontera como metáfora de la aparición de nuevas subjetividades desplazadas e híbridas ha favorecido una neutralización de la frontera norte mexicana como espacio físico y como referente primario (Tabuenca Córdoba 1997, 86). Pero la frontera es, en primer lugar, un espacio geográfico concreto en el que se escenifica a diario el drama de las migraciones y la pobreza. Aun reconociendo la importancia de las aportaciones dentro ese marco, parece necesario subrayar que al hablar de la frontera entre México y los Estados Unidos, escenario de uno de los flujos migratorios más importantes en el mundo [1], “lo simbólico ha hecho que muchas veces se ignoren las experiencias vitales concretas de sus habitantes” (Saez 2008, sp). Uno de los méritos de la ficción de Luis Humberto Crosthwaite [2], es precisamente eso: su quehacer artístico sabe conciliar lo simbólico con lo real y “reterritorializar” el sujeto fronterizo (Tabuenca Córdoba 1997), es decir, “ retratar el lado humano y cotidiano de la vida en sus grandes ciudades y mostrar a sus habitantes como individuos con profundas raíces familiares y culturales en la región” (Saez 2008, sp). Como apunta el crítico Miguel G. Rodríguez Lozano (2002, 33), el escritor tijuanense ofrece “una visión del mundo con una propuesta estética que busca por diferentes caminos mantener una simbiosis equilibrada entre lo artístico y lo social.” Instrucciones para cruzar la frontera (2002) destaca precisamente por esa simbiosis: mediante el empleo de recursos tales como el humor, la paradoja, la parodia y la ironía (Berumen 2004, 113), esta colección de cuentos breves revela la existencia de la frontera como espacio geográfico de identificación cultural y, al mismo tiempo, como espacio subjetivo de conformación identitaria. La primera categoría a la que Crosthwaite se refiere en su libro es la de los “commuters”, es decir, trabajadores que viven en un lado de la frontera, pero trabajan en el otro. En el relato La fila, el autor analiza la vida de estos sujetos transfronterizos que transitan por el limbo administrativo de dos naciones y para los que “la frontera no tiene sentido, pues se trata de una línea artificial impuesta arbitrariamente” (Reyes Zaga 2019, sp).
2021
Lippi, Chiara
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