El libro reune una recopilación de los principales artículos que el Autor ha publicado en español. El primero, que trata de “Derecho penal clásico y derecho penal moderno”, es además inédito. Los demás textos han sido escritos a lo largo del último decenio, pero en conjunto configuran un contenido conceptualmente unitario. En ellos, muy marcados por esa orientación político-criminal, constitucionalista y global, el lector hallará un estudio de prácticamente todos los problemas que han marcado la agenda de la discusión internacional acerca del Derecho penal en la última década. Un análisis erudito, sosegado, que considera todas las perspectivas sin excluir ninguna de antemano. Las fuentes del derecho se han multiplicado. También la guerra o la lucha contra ciertas formas de criminalidad, realizada con medios jurídicos, son con seguridad transnacionales, así como lo son muchos fenómenos delictivos. Ello ha generado cambios profundos en el ámbito de las fuentes, del método, del modo mismo de pensar el rol, la función y los estilos de la ciencia penal.La imagen del derecho penal se ha diversificado, verdaderamente ya no es unitaria, si es que alguna vez lo fue. Muchos y muy distintos son sus posibles destinatarios, y no sólo sus intérpretes. Existen en la actualidad, a nivel de las relaciones científicas, menos ordenamientos-modelo, y también las grandes áreas de influencia cultural, los sistemas penales “de exportación”, aún preciándose de una historia cultural y una producción verdaderamente extraordinarias, viven hoy en su interior una crisis de identidad y una menor capacidad de atracción paradigmática.Era inevitable que, partiendo de estas premisas, también las categorías más generales, los estilos de pensamiento más consolidados, así como algunos dogmas milenarios, comenzaran a agrietarse, a convertirse en “modernos”, luego en “postmodernos”, y finalmente a ocultar o a perder los rasgos clásicos que en todo caso nadie ha logrado cancelar.No obstante, lo clásico, lo moderno y lo postmoderno conviven en los mismos ordenamientos, incrementando la necesidad de armonizar, coordinar, reducir las contradicciones. Por lo tanto, junto a los nuevos universalismos permanecen las formas duras y no superadas de aislamientos nacionales, pero también, para ser sinceros, de auténticas e incontestables identidades nacionales, o de tradiciones, que nadie puede pretender anular.Muchos de los temas que se afrontan en estos escritos están todavía “de moda”: del derecho penal del enemigo y “de lucha” a aquél de la gente de bien y de cuello blanco, del derecho penal europeo a la globalización, del derecho penal moderno al postmoderno, de los delitos de peligro abstracto a aquellos construidos sobre el principio de precaución, de las distintas velocidades de los tipos de intervención penal hasta el sistema piramidal o “reticular” de las fuentes jurídicas, de la relación entre el hecho y el autor a aquél entre la ciencia penal y la política criminal así como más en general entre el derecho y la política, desde el rol del juez al de la Corte Constitucional, del garantismo al uso preventivo e instrumental del derecho como mero “medio” de contraste.Sin embargo, el punto de observación sigue siendo siempre y constantemente aquel de los derechos fundamentales, de la Constitución o de las Cartas de derechos. De hecho, el rasgo distintivo fundamental del derecho penal postiluminista, es que ya no se trata de un derecho solamente de categorías o de delitos, sino también de principios. Y en esto queda involucrado el modo de ser juristas, de leer la ley ordinaria, de saberse inmanentes pero también trascendentes al sistema, de tener una función constructiva y no simplemente ejecutiva o de racionalización.La inspiración de fondo del cuadro que surgirá de ello es por lo demás siempre crítica. El derecho penal, aunque tutele derechos fundamentales, sigue siendo un instrumento autoritario, irracional e intolerante, necesitado de continuas revisiones críticas, verificaciones y controles. Sólo con estas condiciones éste puede llegar a ser aceptable, y la inmensa cultura política, técnica, dogmática y filosófica que está depositada en su historia podrá presentarse como algo más y mejor que un embellecimiento teórico para justificar la cruda necesidad de una lucha contra el crimen.
El derecho penal frente al los desfíos de la modernidad / Donini, Massimo. - STAMPA. - (2010), pp. 1-440.
El derecho penal frente al los desfíos de la modernidad
DONINI, Massimo
2010
Abstract
El libro reune una recopilación de los principales artículos que el Autor ha publicado en español. El primero, que trata de “Derecho penal clásico y derecho penal moderno”, es además inédito. Los demás textos han sido escritos a lo largo del último decenio, pero en conjunto configuran un contenido conceptualmente unitario. En ellos, muy marcados por esa orientación político-criminal, constitucionalista y global, el lector hallará un estudio de prácticamente todos los problemas que han marcado la agenda de la discusión internacional acerca del Derecho penal en la última década. Un análisis erudito, sosegado, que considera todas las perspectivas sin excluir ninguna de antemano. Las fuentes del derecho se han multiplicado. También la guerra o la lucha contra ciertas formas de criminalidad, realizada con medios jurídicos, son con seguridad transnacionales, así como lo son muchos fenómenos delictivos. Ello ha generado cambios profundos en el ámbito de las fuentes, del método, del modo mismo de pensar el rol, la función y los estilos de la ciencia penal.La imagen del derecho penal se ha diversificado, verdaderamente ya no es unitaria, si es que alguna vez lo fue. Muchos y muy distintos son sus posibles destinatarios, y no sólo sus intérpretes. Existen en la actualidad, a nivel de las relaciones científicas, menos ordenamientos-modelo, y también las grandes áreas de influencia cultural, los sistemas penales “de exportación”, aún preciándose de una historia cultural y una producción verdaderamente extraordinarias, viven hoy en su interior una crisis de identidad y una menor capacidad de atracción paradigmática.Era inevitable que, partiendo de estas premisas, también las categorías más generales, los estilos de pensamiento más consolidados, así como algunos dogmas milenarios, comenzaran a agrietarse, a convertirse en “modernos”, luego en “postmodernos”, y finalmente a ocultar o a perder los rasgos clásicos que en todo caso nadie ha logrado cancelar.No obstante, lo clásico, lo moderno y lo postmoderno conviven en los mismos ordenamientos, incrementando la necesidad de armonizar, coordinar, reducir las contradicciones. Por lo tanto, junto a los nuevos universalismos permanecen las formas duras y no superadas de aislamientos nacionales, pero también, para ser sinceros, de auténticas e incontestables identidades nacionales, o de tradiciones, que nadie puede pretender anular.Muchos de los temas que se afrontan en estos escritos están todavía “de moda”: del derecho penal del enemigo y “de lucha” a aquél de la gente de bien y de cuello blanco, del derecho penal europeo a la globalización, del derecho penal moderno al postmoderno, de los delitos de peligro abstracto a aquellos construidos sobre el principio de precaución, de las distintas velocidades de los tipos de intervención penal hasta el sistema piramidal o “reticular” de las fuentes jurídicas, de la relación entre el hecho y el autor a aquél entre la ciencia penal y la política criminal así como más en general entre el derecho y la política, desde el rol del juez al de la Corte Constitucional, del garantismo al uso preventivo e instrumental del derecho como mero “medio” de contraste.Sin embargo, el punto de observación sigue siendo siempre y constantemente aquel de los derechos fundamentales, de la Constitución o de las Cartas de derechos. De hecho, el rasgo distintivo fundamental del derecho penal postiluminista, es que ya no se trata de un derecho solamente de categorías o de delitos, sino también de principios. Y en esto queda involucrado el modo de ser juristas, de leer la ley ordinaria, de saberse inmanentes pero también trascendentes al sistema, de tener una función constructiva y no simplemente ejecutiva o de racionalización.La inspiración de fondo del cuadro que surgirá de ello es por lo demás siempre crítica. El derecho penal, aunque tutele derechos fundamentales, sigue siendo un instrumento autoritario, irracional e intolerante, necesitado de continuas revisiones críticas, verificaciones y controles. Sólo con estas condiciones éste puede llegar a ser aceptable, y la inmensa cultura política, técnica, dogmática y filosófica que está depositada en su historia podrá presentarse como algo más y mejor que un embellecimiento teórico para justificar la cruda necesidad de una lucha contra el crimen.Pubblicazioni consigliate
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